Crónica del encuentro de las Mujeres hermosas y poderosas en Santa María Ipalapa

El domingo 31 de agosto las “Mujeres Hermosas y Poderosas” (MHP) se dieron tiempo para reunirse en Santa María Ipalapa; al encuentro se presentaron mujeres de algunos municipios de la región, como: San Juan Cacahuatepec, San Pedro Amuzgos y Corralero;  con algunas ausencias pero con la asistencia necesaria para que el encuentro fuera nutrido en experiencias y compartires de mujeres.

Semana y media antes del encuentro sonaba el perifoneo en el pueblo llamando al encuentro de “Mujeres Hermosas y Poderosas”. La expectativa en el pueblo ¿Quiénes serán las MHP? La cita era llegar el domingo a las 9:30 hrs. para almorzar juntas y hacer sobremesa juntas hasta las 10:00hrs;  pero pareciera que el encuentro comenzó desde las 9 de la mañana en cuanto las mujeres del equipo de CODIGO DH y las defensoras de Santa María Ipalapa se encontraron. El rumor fue que dos días antes  la escuela primaria había citado a reunión para elegir comité. Dieron las 9:15 y solo habían llegado algunas compañeras: – como a las reuniones de la escuela son las mujeres las que asisten – decían- es posible que vengan pocas-. Algunas se atrevían a decir: – con que lleguen 15 podemos decir que nos fue bien;  ¿para qué queremos más? Poquitas pero poderosas-. Había un poco de preocupación. Como siempre somos las mujeres las que nos encargamos de ir a las juntas de los hijos…

Algunas compañeras que esperaban en el punto de reunión dónde se colocaron cartulinas del encuentro se ofrecieron a pintar un “caminito de cal” para que quienes no conocieran la ubicación de la casa de “Doña Lupe” llegaran. Después de su iniciativa, un jovencito se ofreció a apoyarles. En el lugar algunas otras igual que ellas ya les esperaban con un almuerzo y la queja sobre la reunión de la escuela el mismo día que las “Mujeres Hermosas y Poderosas” (MHP). –¿Por qué hacen eso?– Decían… Poco a poco se fueron juntando y para las 10 ya éramos 50 MHP en el encuentro.– ¿Quiénes somos? ¿Somos nosotras? se decían entre sí, las mujeres del pueblo, de la región, las que se miran caminar en las calles, las que vamos a las reuniones de la escuela, las que trabajamos en las escuelas, las que vamos a estudiar a las escuelas… jóvenes, adultas y abuelitas todas somos MHP-.

Iniciamos presentándonos cada una y haciendo una pinta simbólica en aerosol sobre un muro de papel. Hubo risas y el ambiente fue muy bonito, en el encuentro no había maestras jubiladas, profesionistas, trabajadoras del hogar, empresarias, estudiantes, campesinas, trabajadoras de gobierno o títulos nobiliarios; había mujeres de todas las edades, mujeres con hij@s, sin hij@s, casadas, solteras, viudas y divorciadas. Habíamos llegado a nuestro encuentro; encontramos a nuestras vecinas a nuestras compañeras del COBAO, de la secundaria entre muchas otras coincidencias.

Se construyó un pequeño altar con flores donde cada una de ellas colocó una ofrenda para compartir entre todas y se inició con una oración. Pedimos justicia por las mujeres asesinadas, por nuestras hermanas que viven violencia cotidianamente,  por nuestras defensoras. Se recordó a las MHP de la región que dejaron escuela y ya no están en este mundo pero su trabajo sigue inspirando¸y también de la vida de las MHP en los textos bíblicos como lo son Esther, Ruth, Nohemi, Magdalena, Martha entre otras. Dimos gracias a la energía superior que nos da la vida por permitir el encuentro y nos encomendamos a esta energía de las mujeres para que de este encuentro surjan propuestas para lograr justicia y una mayor incidencia femenina en nuestros espacios cotidianos.

-En nuestro pueblo habemos muchas mujeres solas porque los hombres se van al Norte; algunas que ya vivimos allá pienso que se nos han abierto un poco los ojos; ya vimos que existen realidades distintas. Por ejemplo; los hombres de aquí que se van al Norte aprenden allá a lavar trastes, a lavar ropa, a cocinar y a hacer todo lo que no hacen aquí. Pero cuando  regresan aquí ya no quieren hacer nada de lo que aprendieron a hacer allá…quieren que se les sirva, se sientan a la mesa a esperar que se les sirva, dejan su traste en la mesa, quieren su ropa limpia todos los días. Nosotras lo sabemos pero es un camino difícil-. 

Leímos juntas el texto de la elefanta encadenada y una de las compañeras manifestó: – en nuestras comunidades somos como elefantas encadenadas a pequeñas estacas que nos colocaron desde que éramos chiquitas y que desde chiquitas nos resistimos y luchamos y luchamos por nuestros derechos en un mundo machista hasta que  llegó el momento en que nos “convencieron” que no teníamos derecho y les creímos. Nos creímos el cuento de que era normal que nos violentaran, que nos insultaran, que nos negaran oportunidades para desarrollarnos, que nos dijeran que valemos menos que los hombres, que nosotras somos débiles y que necesitamos tener un hombre a nuestro lado aunque nos violente. Pero somos fuertes y sabias como las elefantas, solo necesitamos saber que no estamos solas, que en el momento que nosotras lo decidamos podemos liberarnos de nuestras estacas, basta que identifiquemos que es aquello que nos ata y hacia dónde queremos caminar-.

Ese fue el sentido del encuentro ¿Hacia dónde queremos caminar las mujeres de las comunidades de la Costa? Encontramos que a las MHP nos cuesta trabajo hablar de nosotras mismas y de nuestros cuerpos porque mayormente estamos al cuidado de las demás personas, de nuestras familias, de nuestra comunidad y nos regalamos poco tiempo para mirarnos nosotras y nuestros cuerpos. Alimentamos, bordamos, trabajamos, damos servicio a la iglesia, no es que nos guste descansar pero una necesidad. Nos gustas vernos bien para que nos miren bien pero nos cuesta trabajo enamorarnos de nosotras mismas y es algo que hay que reconocer que necesitamos trabajar.

Las MHP frente a mujeres que no piensan como nosotras pero que comparten las mismas problemáticas muchas veces solo nos miramos de lejitos; a veces con indiferencia o complejos de inferioridad o de superioridad pero nos falta acercarnos. Decimos que hay disposición que con gusto nos escuchamos pero pocas veces nos damos el tiempo. En nuestras comunidades hace falta que existan clubs y espacios exclusivo para nosotras; que haya iniciativas de gobierno para nosotras; que haya centros dónde de verdad tengamos voz, voto y nuestras opiniones sean escuchadas y tomadas en cuenta. Necesitamos quitarnos la vergüenza, vencer el miedo y romper el silencio al que nos han “acostumbrado” desde que éramos “chiquitas”.

Las MHP tenemos la fuerza, la inteligencia y la experiencia para transformar la vida de las comunidades; somos quienes hacen que las cosas sucedan. Trabajamos en lo económico, social, educativo, religioso. Somos las mujeres de los comités de las escuelas, las que trabajan en las tiendas, las que hacen funcionar los hogares, somos las que cuidan el río, las que mantienen limpios y ordenados los espacios, las maestras, las que van al monte. Estamos en todos lados pero seguimos con ese miedo a organizarnos, con ese miedo al machismo, con ese miedo al rechazo por no hacer lo que nos dictan las malas costumbres, con ese miedo a nuestros compañeros. Así seguimos y también seguimos con falta de información.

Las propuestas: apoyar y visibilizar local y regionalmente a las organizaciones de mujeres; dar temas sobre las mujeres; organizar eventos de mujeres y nuestros derechos, hacer público un informe local sobre la violencia intrafamiliar, generar espacios para que podamos convivir más, hacer grupos de animadoras comunitarias que escuchen a las mujeres, poner en práctica lo que estamos discutiendo,

Antes de terminar el encuentro algunas MHP ya se habían ido, no porque no estuviera interesante, tenían que regresar a sus espacios a continuar con sus labores, algunas se despidieron agradecidas y apenadas dejando claro que seguirían apoyando. Pero la mayoría permanecieron hasta el cierre donde coincidimos en que estos espacios son necesario darles continuidad y buscar estrategias para “poner en práctica las propuestas y alternativas que discutimos”.