Como cada mes, por la tarde nos reunimos en el casino municipal de San Dionisio del Mar, para compartir y reflexionar juntas.
En esta ocasión teníamos la intención de ponerle palabras y escribir todas aquellas preocupaciones que existen de las mujeres hacia la comunidad y que para ellas es importante nombrar, colocar y solucionar.
Iniciamos compartiendo cómo llegábamos a ese espacio: nuestro espacio. Todas contentas, con ganas de compartir, de aprender, de estar unidas. Vimos caras nuevas y como a todas, extendimos los brazos para darles la bienvenida.
Nos movimos, caminamos por todo el espacio para reconocer el lugar en donde estábamos: los colores, los sonidos. Meditamos en movimiento. Hicimos consciente nuestro andar, nuestros pasos, nuestro cuerpo, nuestro territorio; y con ello, pudimos hacer consciente nuestro encuentro con las otras, para mirarlas y reconocerlas; reconocerse como mujeres con sus historias y como parte de una misma comunidad.
Tejimos una red de historias y aprendizajes que se han construido a lo largo de todos los meses de encuentro en estas tardes. Salieron risas, fuerzas, reflexiones… recordamos la tarde en la playa, la diversión, la libertad: “puedo ser libre cuando yo quiera y sin pedir permiso a nadie” comentaban.
Recordaban cuando miramos que en la vida de todas hay mujeres presentes, que nos han enseñado, que han luchado y abierto camino para que estemos aquí hoy. Lo importante que ha sido el autocuidado, reconocer lo que duele, aprender cosas nuevas, cómo cuidarse unas a otras, reconocer el valor que tenemos como mujeres, ¡QUE LA ALEGRÍA TAMBIÉN ES UN DERECHO!.
Sostuvimos la red que tejimos en ese momento, cada historia, cada aprendizaje era un punto de fuerza. “vamos agarrando fuerza” “podemos hacerla más fuerte” “que todas las mujeres sepan que no estamos solas” “que todos sepan que tenemos derecho a todo igual que los hombres” “esta es mi otra familia” “como mujeres nos hemos valorado” “estamos fuertes” fueron las frases que surgían cuando miramos esta red. Era como una telaraña, que sostiene la vida, que la cuida, que acompaña. Eso hacen las redes de mujeres.
Con esa fuerza y consciencia empezaron a nombrar todo aquello que les preocupa de la comunidad: las cantinas, las drogas, jóvenes que no tienen que hacer por falta de oportunidades, la falta de servicios médicos y con ello fueron surgiendo ideas: espacios culturales y recreativos, deportes, talleres, espacios para mujeres, etc.Se colocaron en una fila, una detrás de otra, sosteniéndose entre ellas, dándose fuerza y juntas le dieron voz a todo aquello que habían colocado.
Nos fuimos felices, contentas, con energía, con fuerza, optimistas, con mucho trabajo… con esperanza.