La Asamblea del Pueblo de San Dionisio del Mar (APSDM) realizó una misa y un recorrido por las principales calles de la localidad para concluir en una reunión en el casino municipal y celebrar un año más de trabajo contra los megaproyectos que desde 2012 amenazan con matar el ecosistema y la vida comunitaria en aquella población mareña.
Alejandro Sosa López, representante de la asamblea, agradeció la asistencia de las organizaciones hermanas que en diferentes regiones del Istmo de Tehuantepec, se han visto afectadas por los proyectos extractivos y advirtió que la lucha contra las empresas privadas que mantienen secuestrado el territorio istmeño, continúa porque “la tierra no se negocia ni se vende por un proyecto eólico”.
Isaul Celaya López, representante de Mungierndyuck Guardianes del Mar, recordó cuando Mareñas Renovables, empresa privada que pretendía la instalación de 132 aerogeneradores en la barra de Santa Teresa, zona de pesca de los pueblos Ikoots y binizzá. Y agradeció la alianza que han mantenido desde entonces, los pueblos de San Dionisio del Mar, San Francisco, San Mateo y Santa María para proteger su patrimonio ambiental, cultural y comunal.
Integrantes de la Unión de Comunidades Indígenas de la Zona Norte del Istmo (Ucizoni), aprovecharon la reunión para informar que ya presentaron ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), una queja porque en marzo y agosto de 2019, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI) y la Procuraduría Agraria, violaron los derechos a la consulta y a la información de los pueblos para aprobar el proyecto del Corredor Transísmico.
El obispo emérito de Tehuantepec, Arturo Lona Reyes, quien por motivos de salud no pudo estar presente en la reunión, envió una carta donde manifestó que seguirá caminando con los pueblos de la zona lagunar, y celebró el octavo año de trabajo de la asamblea de San Dionisio del Mar, pues ésta, dijo, “nos hermana, nos reconstruye y nutre nuestro sentido identitario”.
Aprovechó la festividad para recordar que es importante “enfrentar los conflictos que nos trae la modernidad y su afán extractivista” y exigió, “no, a la sociedad de consumo que atenta contra nuestro medio ambiente; alto a los conflictos intercomunitarios que nos anulan y perjudican para procurar mejoras para el futuro de nuestros hijos; y respeto a los pueblos, cese a la intervención del estado y empresas trasnacionales, que sin tomar en cuenta los derechos de los pueblos indígenas, buscan despojar espacios vitales para la comunidad”.
Las mujeres de la asamblea demandaron en lengua ombeayiüts -también llamada lengua huave- y en castellano, “un San Dionisio libre de parques eólicos, más unido, que no se divida por los partidos políticos, y pidieron justicia para los compañeros heridos”.
Sara Méndez, representante del Comité de Defensa Integral de Derechos Humanos Gobixha (Código DH), refrendó su reconocimiento por el trabajo de defensa y protección del territorio que la asamblea hace en San Dionisio. “Si empezamos a conocer y reconocer nuestros derechos y a defenderlos las cosas cambian, y esto es lo que ha cambiado en la zona lagunar del Istmo de Tehuantepec. La gente ha empezado a conocer sus derechos. Y en ese conocimiento, exige también”, aseguró.