DEL CUERPO AL TERRITORIO: MUJERES DEFENSORAS IKOOTS DE SAN DIONISIO DEL MAR

  • En marzo de 2019 comenzamos un proceso a partir del autocuidado colectivo con las mujeres de la Asamblea de San Dionisio del Mar, una comunidad que ha estado en un proceso de defensa de territorio frente a empresas eólicas desde el 2012; tres años después aquí seguimos tejiendo redes, tejiendo espacios.

 

Segunda y última parte

Compartir experiencias, resonar
Esa tarde nos acompañó Isabel, una integrante de la Asamblea Popular del Pueblo Juchiteco(APPJ), y quien es además una mujer sanadora a través del uso de la medicina natural.

Ella elabora productos a base de hierbas con plantas de la región. Isabel nos compartió acerca de su lucha desde hace varios años frente a los megaproyectos y de cómo éstos afectan la flora y fauna de la comunidad poniendo en riesgo una práctica ancestral como la medicina alternativa, ella ha estado apoyando a la comunidad de San Dionisio del Mar desde hace varios años.

También participó Edith, una joven abogada perteneciente a la organización Ciarena AC., ella nos compartió de las diversas vivencias de violencia hacia las mujeres a partir de sus experiencias personales y de los acompañamientos que ha hecho, nos dijo que ‘las mujeres vivimos diferentes tipos de violencias que nos impiden cuidar nuestro territorio, es decir, nuestro cuerpo, pero a pesar de eso buscamos lugares para aprender y capacitarnos como la tarde de mujeres’. Todas coincidimos con ella.

Durante el encuentro reflexionamos a partir de varios videos de otras mujeres en otras comunidades y en otros países, con objetivos comunes: la defensa de la tierra y el territorio, y de lo complejo que es ser mujer defensora, de las violencias que atraviesan esa lucha, de la discriminación, criminalización, de las amenazas y ataques que viven las mujeres.

 

Tarde de gozo, también bailando se puede hacer la revolución
Ir a la playa era una promesa que habíamos hecho desde que comenzaron las tardes de mujeres, teníamos las ganas de ir a santiaguarnos, es decir, limpiarnos con hierbas las malas energías, dejar lo malo en el mar para abrirle paso a lo bueno, a lo nuevo.

Fue hasta ahora que pudimos organizarlo, como una celebración de la vida y una oda a la alegría. Nos organizamos para llevar cosas de comer en la playa, asar una carnita y disfrutar de una tarde en la playa sólo para nosotras.

Éste día me recordó una frase de una anarquista llamada Emma Goldman: ‘si no se puede bailar, tu revolución no me interesa’ y que le da sentido al trabajo que hemos estado haciendo a través del autocuidado colectivo, reivindicando nuestro derecho al gozo y al placer.

Para esta actividad la asamblea nos prestó una camioneta, lo que hizo que las mujeres recordaran un día por ahí del 2015 en que tomaron unas camionetas del municipio como protesta porque la oposición intentó anular las votaciones. ‘Si esta camioneta también es nuestra’ decían, ‘toda la mujerada fuimos ese día a protestar’, recordaron emocionadas.

Ese día estaba “pegando fuerte el norte” con dificultad pudimos instalarnos en una palapa cerca de la orilla de la playa, pero finalmente una lona detuvo un poco el viento que nos revolvía el cabello e intentaba voltearnos los platos de la comida, pero aun así pusimos música, asamos la carne y luego en la sobremesa platicamos de lo que pasó en el 2015.

Finalmente realizamos una meditación debajo de la palapa y para cerrar, hicimos un pequeño ritual a la orilla de la playa. El objetivo era reconocer y honrar el territorio, el mar y sus ancestras, agradecer y hacer el ejercicio de traspasar simbólicamente la tierra, las sabidurías, de heredar las luchas.

Compartimos flores y bailamos un poco. Ese día todas nos fuimos con el corazón lleno de todo, de emoción, de amor, de agradecimiento.