Mujeres defensoras del municipio de Unión Hidalgo en el Istmo de Tehuatepec, en coordinación con Código DH, organizaron talleres de prevención contra el Covid-19. La iniciativa fue impulsada por Rosalva Fuentes Martínez y Guadalupe Ramírez Castellanos, integrantes del Colectivo Mujeres Indígenas en Defensa de la Vida.
‘Nos dimos cuenta que la información que estaba circulando en los medios de comunicación había generado algunas dudas entre las mujeres de la comunidad a las que les preocupaba la salud de sus familias, por eso creímos necesario dar una serie de talleres que ampliaran la información que ya existía y que pudiera ser práctico, algo útil que les ayudara a contrarrestar la infección por el virus’, nos explicó Rosalva.
Estas mujeres, que han tejido la solidaridad entre su pueblo, articularon una cocina comunitaria luego del sismo de 2017 que colapsó buena parte del Istmo y desde hace varios años trabajan difundiendo la medicina tradicional y la defensa del territorio, que se ha vuelto especialmente peligroso desde la imposición de varios proyectos eólicos con inversión extranjera, distribuidos en seis municipios de la región.
‘Queríamos colaborar en la prevención del Covid, entonces pensamos en talleres donde, además de explicarles a las mujeres qué es el virus, cómo se contagia y cuáles son las medidas básicas de prevención, pudiéramos fabricar nuestro propio gel antibacterial a partir de dos ingredientes base fáciles de conseguir: la glicerina y la sábila’.
Rosalva y Na Lupita inicialmente programaron 12 sesiones del taller, grupos pequeños de mujeres interesadas en fabricar gel antibacterial y hacerle frente a la contingencia sanitaria, sin embargo, las restricciones del gobierno federal por la entrada a la fase 2 de la pandemia hizo que cancelaran las visitas a los barrios de Unión Hidalgo, pero en total realizaron 7 talleres con una asistencia de entre 10 y 14 mujeres cada uno, y a la última sesión acudieron 5 compañeras del Colectivo de Mujeres de San Dionisio del Mar.
‘La respuesta comunitaria frente a la epidemia fue muy buena. Por eso nos gustaría, pasado el estado de emergencia, seguir trabajando en esta experiencia de trabajo organizativo. Hemos pensado que a la larga, los talleres podrían ser un primer acercamiento a algo más grande y productivo para todas. Nos gustaría seguir aprendiendo y, utilizando la base de glicerina y sábila, fabricar jabones, shampú y gel para el cabello que podríamos empezar a comercializar’, aseguró Rosalva.
Mientras la cuarentena pasa, Rosalva y Na Lupita trabajarán en la siembra de sábila, junto con las mujeres asistentes al taller, y en desarrollar un proyecto que les permita de manera más formal, organizarse con otras mujeres a nivel comunitario y regional.