A casi un semestre de los terremotos de septiembre 2017 y con nuevos sismos de magnitudes superiores a los 7 grados, la situación en el Istmo de Tehuantepec no ha mejorado mucho. Las múltiples irregularidades ocasionadas por el insuficiente apoyo gubernamental y el oportunismo político de candidatos, autoridades y empresas, alarga el proceso de reconstrucción en Oaxaca.
Según lo datos recopilados en el primer informe de la Comisión Especial de Seguimiento a la Reconstrucción de Oaxaca, a principios de este año aproximadamente veinte mil damnificados continuaban en las calles. Los diputados integrantes de esta comisión, Samuel Gurrión Matías, Juan Bautista Olivera Guadalupe, Juan Mendoza Reyes y León Leonardo Luca, se dijeron “obligados a actuar (…) ante la la ausencia o la deficiencia” de la intervención gubernamental para sistematizar y encauzar las necesidades de los damnificados.
Y es que muchas de estas familias damnificadas no aparecen en el censo elaborado por la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU) y por eso es inútil esperar que reciban algún tipo de apoyo para la reconstrucción de sus viviendas. O si acaso aparecen en alguno de los censos que reportan daños parciales o totales a viviendas, muchas veces tienen que vivir verdaderos calvarios para ser atendidos en los módulos oficiales instalados en la región del Istmo hasta donde llegan entre 500 y 800 personas diariamente.
La clonación de tarjetas electrónicas que contienen el dinero para pagar las materiales de construcción y los cobros en ocasiones excesivos del servicio de energía eléctrica en casas totalmente destruidas también son parte del problema que viven muchas familias.
Pero otro factor importante que retrasa la reconstrucción es la falta de mano de obra así como la escasez y el incremento de precios en los materiales de construcción. Esto último tiene como consecuencia que el dinero otorgado como apoyo gubermamental a los damnificados no alcanza para reparar o reconstruir sus casas.
Frente a esto, destacan algunas inciativas de reconstrucción que ofrecen alternativas basadas no sólo en la recuperación de saberes ancestrales como el adobe, sino que también buscan reforzar la organización política mediante el tequio o trabajo colectivo, tal y como sucede en Ixtaltepec donde un grupo de mujeres son apoyadas por arquitectos de los proyecto Pro-Terra y Funda Sal. Estas iniciativas son una respuesta a las aseveraciones del presidente mexicano Peña Nieto quien condenó al adobe por ser una de las causas de la caída de viviendas.
En la misma lógica mercantil de reducir los costos, las empresas no toman en cuenta la participación de la gente en el proceso constructivo. Entregan viviendas terminadas, con modelos que se repiten a lo largo del país, inadecuadas a la cultura de las poblaciones y a las necesidades habitacionales, en un acto de discriminación para los más necesitados, que atenta contra su calidad de vida y su seguridad.
Pero no sólo las familias enfrentan los problemas ocasionados por los sismos, muchos hospitales y escuelas también batallan para ser funcionales de nuevo.
Muchos niños y niñas en el Istmo siguen sin clases porque sus escuelas fueron dañadas o todavía existen muchos peligros para usarlas. En San Dionisio del Mar por ejemplo, el director de la escuela primaria rural federal nos dijo en enero de este año que se siente confrontado con el Comité de padres de familia que le exige no solamente la reanudación de clases sino también la seguridad el inmueble.
Es por esta razón que en varias regiones de Juchitán estudiantes y maestros realizaron protestas tomando clases en las calles. El supervisor escolar de la zona 056 en Juchitán Wilber Matus Martínez dijo que no todas las 19 escuelas públicas en su distrito recibieron la misma atención y es por eso que piensa que el gobierno categoriza a los estudiantes en diferentes niveles de importancia.
En contraste con los anuncios oficiales que aseguran que la reconstrucción avanzan como estaba previsto y que pronto terminará muchas familias, estudiantes y maestros no han podido regresar a su vida cotidiana y aunque continúan los terremotos y se acercan las elecciones federales, es muy probable que en el futuro cercano la crisis derivada por la reconstrucción del istmo continuará.