En el día mundial del medio ambiente los cambios los generamos las personas

En el marco de este día mundial de medio ambiente y las campañas políticas debemos decir que se le hizo poco eco; siendo este, uno de los grandes pendientes en la agenda política y social de esta comunidad. Sin embargo, una luz que alcanzamos a mirar son las iniciativas ciudadanas que emergen en este pueblo de tejidos finos dónde meses antes los estudiantes de las escuelas primarias y la secundaria se dieron a la tarea de recoger el plástico y la basura del cauce de los arroyos que atraviesan los barrios de la denominada “zona escolar” de este pueblo, meses después Jorge Martínez y Odilón Merino de manera voluntaria y con la inspiración de que “los cambios los generamos las personas”  salieron a recoger el plástico y la basura del cauce del mismo arroyo.

“El arroyo todavía tiene peces a pesar de toda la basura (plástico, bolsas y aguas negras) que le avientan y ahí viven estos pececillos esperando cuándo van a morir. El plástico y la basura los podemos levantar pero ¿Cómo podemos levantar y quitar las aguas negras que lo contaminan? Eso no podemos quitarlo”-Comenta Jorge Martínez quién comparte para todas y todos quienes puedan leer esta nota lo siguiente:

“Donde hay arroyos los habitantes que todavía los tienen deben tratarlos con cariño; amarlos, cuidarlos y protegerlos porque al paso que vamos los estamos destruyendo. Cuidar el medio ambiente es tarea de todos católicos, cristianos, evangélicos, judíos, musulmanes, ateos y de todas las ideologías. Para los creyentes, en la biblia, en Génesis 2:15, se habla de un mandato que da Dios sobre el medio ambiente.

Cuentan los más viejitos de aquí que cuando ellos eran niños y al despertar la mujer decía a su esposo que no había comida en casa; el hombre tomaba su red para pescar llamada “chacalmaca”, se iba al río y pescaba mientras su compañera preparaba el fuego y calentaba el agua. Él regresaba con una cubeta de peces y camarones de río suficientes para el almuerzo de la familia. Cuentan los más jóvenes que les tocó pescar potes (pececillos), camarones; jugar con sus amigos y disfrutar del agua viva y cristalina. Algunas personas comienzan a mirar y hacer “conciencia” de que nos toca a nosotr@s ejecutar acciones porque el panorama y la naturaleza que generaciones anteriores disfrutaron hoy visiblemente está en riesgo.

Es 5 de junio; en el pueblo de San Pedro Amuzgos hasta apenas ayer, 4 de junio, cayó la primera lluvia de la temporada. Muchos campesinos indígenas y no indígenas llegaron al extremo de la sequía y perdieron algunas cabezas de ganado debido a la falta de pasto y agua. Algunos otros solo miramos, con impotencia de no poder hacer mucho, fuimos testigos de la quema de grandes extensiones de tierra, para sembrar el maíz y el frijol de la temporada, contemplamos como algunos espacios verdes de “monte viejo” fueron devastados por el fuego, transformando el paisaje de la naturaleza por una fuente de alimentación.

A ello se suma el uso indiscriminado de agroquímicos nombrados comúnmente “líquidos” que contaminan los alimentos, las fuentes de agua, afectan los agentes biológicos que ayudan a los procesos de degradación natural de los agentes biológicos que nutren el suelo y afectan la salud humana y animal; además de que en la mayoría de los casos son manipulados por los campesinos locales sin la protección y el equipo adecuados.

No tenemos claro cuando se comenzaron a usar agroquímicos en la comunidad pero es palpable a simple vista la degradación del medio ambiente y los efectos negativos en la salud humana que se manifiesta en enfermedades que los abuelos poco conocían y que hoy son las más comunes como el cáncer y la diabetes. El agua en esta temporada de sequía tardo un poco más, algunos abuelos la esperaban desde el 15 de mayo.